Comodidad, comunidad y conexión: mi experiencia viviendo en un co-living

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El tipo de alojamiento que escojas para vivir como nómada digital depende mucho de cuáles son tus prioridades a nivel de calidad de vida así como de cuánto tiempo vas a estar en ese destino.

En mi caso, al llegar a Colombia tenía claro que quería quedarme aquí 2 años, así que una vez mi visa fue aprobada me decidí por vivir en un co-living. Bogotá es una ciudad muy adecuada para el estilo de vida nómada: hay muchos co-livings tanto de grandes franquicias —como Selina y The Spot—, como también los hay mas pequeños y de propietarios locales.

Los hay para todos los gustos y bolsillos y en todas las localidades de la ciudad. Algo que me ha llamado mucho la atención es que los co-livings en Bogotá no son solo habitados por nómadas digitales o travellers, sino también por muchos jóvenes estudiantes que los prefieren a las residencias universitarias por la mayor libertad que les representa, así como por muchos jóvenes adultos trabajadores que buscan vivir sin la preocupación del mantenimiento de una casa y estar cerca de sus trabajos. 

Establece cuales son tus prioridades al momento de elegir un coliving

En mi búsqueda de un co-living que se ajustara a mis expectativas y presupuesto encontré muchos en el camino. Tenía claro que no quería los de grandes franquicias, pues se salían completamente de mi presupuesto. Además, mis prioridades estaban bien definidas, ya que prefería:

    1. Una casa de máximo 20 habitaciones, porque así conoces a todos aquellos con quienes convives. 
    2. Un lugar céntrico que me permitiera moverme según mi necesidades sin perder tanto tiempo en traslados.
    3. Tener acceso a transporte publico, diversión, supermercados y áreas comerciales.
    4. Que las reglas de la casa no me impidieran mi libre movilidad en los horarios que a mi me apeteciera.
    5. Que los espacios comunes fueran útiles y amplios.
    6. Que la habitación tuviera baño privado, ropero, área de trabajo, ventana a la calle y, sobre todo, que me brindara privacidad.

 

Teniendo en cuenta todo lo que buscaba, después de ver muchas opciones —incluso opciones que parecían verdaderos panales de abeja, lo que me daba pánico y solo visitarlas ya me asfixiaba—, me decidí por Tribu 18.

Una buena ubicación hace la diferencia

Tribu 18 se encuentra en Teusaquillo, a solo dos calles de Chapinero, una de las principales zonas de diversión nocturna de la ciudad. Está también cerca de la Avenida Caracas (Carrera 14), donde puedes acceder al Transmilenio hacia el norte y el sur, y de la Carrera 13, una zona completamente comercial. Además, cuenta con sucursales de casi todos los supermercados cercanos y está a unas pocas calles de uno de los centros comerciales más icónicos de la ciudad.

Su ubicación estratégica en la Carrera 18 ofrece numerosas ventajas: está cerca de todo, pero no se ve afectada por el exceso de ruido ni por el tráfico.

Una casa donde la comodidad y la convivencia se unen

Tribu 18 es una casa diseñada específicamente como un co-living, distribuida en dos pisos que ofrecen 11 habitaciones de diferentes tamaños y precios. Todas las habitaciones están equipadas con baño privado, escritorio y espacio de almacenamiento. En la planta baja, encontrarás una amplia cocina con dos áreas de trabajo, una zona de lavado con lavadora y secadora, y un área social con un gran televisor y un cómodo sofá que recibe luz natural, lo que lo hace muy agradable. Además, hay un espacio de trabajo común disponible.

La casa cuenta con cámaras de vigilancia tanto en áreas externas como internas de las zonas comunes. Es importante destacar que durante los 4 meses que he estado aquí, nunca ha sido necesario realizar mantenimiento debido a daños estructurales. La casa está muy bien cuidada en ese aspecto.

La casa recibe limpieza tres veces por semana en las áreas comunes y una vez por semana en cada habitación.

El reglamento de la casa consiste en normas básicas de convivencia, como no fumar dentro de la casa y respetar el espacio de los demás. No hay horarios estrictos de entrada y salida, pero se espera que se respeten los horarios de sueño y la privacidad de los demás. Para mí, estas normas son suficientes, ya que se trata simplemente de saber convivir.

Además, hay una administradora presente casi todos los días, por lo que siempre hay alguien a quien recurrir en caso de cualquier inconveniente. También se manejan grupos de WhatsApp, uno para comunicaciones generales y otro personal donde están todos los administradores listos para atender cualquier requerimiento de manera rápida y eficiente.

El desafio de convivir con personas de diferentes personalidades y valores.

Para mí, el aspecto más desafiante ha sido la convivencia en términos del respeto a las normas. No por mi parte, sino por la de los demás. Y es que durante los primeros dos meses, todos los residentes de la casa formábamos una especie de maquinaria bien engrasada: todo funcionaba y fluía muy bien. Sin embargo, durante el tercer mes, llegaron nuevos residentes, incluidas una o varias personas que no practicaban esas normas básicas de convivencia que son fundamentales para mantener la casa limpia y ordenada.

Además, debo admitir que el aspecto que más me preocupaba al principio era la socialización. Siendo una mujer introvertida de la generación X, pensé que me costaría mucho más, pero resultó que me adapté bastante bien. No me sentí obligada a socializar; lo hice cuando realmente quise y la brecha generacional no fue un problema importante —creo que estaba más en mi cabeza que en la realidad—.

Después de dos meses en los que todo fluía sin problemas, me sentí un poco decepcionada. Sin embargo, quiero dejar claro que mi decepción no fue con la casa en sí, ya que la administración también notó esta situación y se dedicó a enviar notificaciones casi a diario para fomentar una convivencia armoniosa, pero sin obtener resultados. Me sentí decepcionada de haber perdido mi calidad de vida debido a una o dos personas que no mostraban interés en convivir de manera cordial.

Conclusión

Vivir en un co-living te libera de muchas preocupaciones como el pago de servicios básicos, la limpieza y el mantenimiento de la casa. Además, te brinda la flexibilidad de no tener que comprometerte con contratos anuales; puedes alquilar desde días hasta un mes o varios meses. Esto es fantástico para aquellos que son nómadas digitales y no desean estar atados a un lugar por mucho tiempo. En mi caso, estaré en Colombia durante 2 años, pero me moveré por diferentes ciudades.

Sin embargo, debes tener en cuenta que incluso en el mejor co-living existe un factor externo que no puedes controlar: convivir con personas que no tienen interés en practicar normas básicas de convivencia.

Esta situación me puso a prueba y descubrí que tengo más paciencia de la que pensaba. Entendí que estas cosas pueden suceder o no, es como una lotería. A pesar de ello, conocí a gente muy amable con la que compartí momentos agradables.

Lo más valioso que me dejó esta experiencia fue darme cuenta de que mi madre estaría orgullosa, esté donde esté, con su estrella iluminando mi camino. Me educaste bien, mami.

¿Volvería a Tribu 18?

Por supuesto que sí. A pesar de los desafíos que enfrenté en términos de convivencia y la presencia de personas que no compartían las mismas normas de convivencia, valoro la comodidad y la flexibilidad que ofrece vivir en un co-living como Tribu 18. La conveniencia de no tener que preocuparme por servicios básicos, limpieza o mantenimiento de la casa, así como la posibilidad de alquilar por períodos cortos, son aspectos que aprecio como nómada digital.

Si bien es cierto que la convivencia puede ser un factor impredecible, la experiencia también me permitió descubrir aspectos positivos, como mi capacidad de adaptación y paciencia, así como la oportunidad de conocer a personas amables con quienes compartí momentos agradables. Además, el valor más significativo que obtuve de esta experiencia fue el reconocimiento del buen trabajo educativo de mi madre, que me enseñó importantes valores de convivencia.

Por lo tanto, a pesar de los desafíos, considero que el balance entre los aspectos positivos y los negativos me inclinaría a volver a Tribu 18, valorando las lecciones aprendidas y las conexiones humanas que pude establecer durante mi estancia.

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Hola, Soy Món Mont

Soy una mujer de la generación X, con un empleo característico de los millennials y un estilo de vida que refleja el espíritu centennial. Soy una viajera apasionada, nómada digital, Bodypositive y Booklover.

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