Descubriendo el encanto de las panaderías de barrio en Bogotá

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Una pequeña capa de niebla cubre la ciudad. Al menos eso parece desde mi ventana del décimo piso en pleno centro de Bogotá. Son las siete de la mañana del 18 de junio de 2023. Hace pocas horas aterricé en esta ciudad y una gran alegría invade mi corazón, pues es el primer día del resto de mi vida. Sé que suena a cliché, pero encaja a la perfección con lo que estoy sintiendo. Estoy tan feliz que no me importa peinarme ni arreglarme; quiero salir a dar un vuelta, callejear y, de paso, desayunar.

Así que mi compañero de aventuras y yo bajamos y pedimos recomendación sobre dónde desayunar al guardia del edificio. Él nos dice que una calle arriba hay una panadería de barrio. Yo le contesto que no queremos comprar pan, que nos gustaría sentarnos a desayunar y él dice rotundamente: «Claro, allá pueden desayunar».

Mi cerebro hace un poco de cortocircuito, ya que las panaderías de barrio de mi país son lugares para comprar el pan y llevarlo a casa. Pero no pregunto más y sigo sus indicaciones, pues algo que he decidido cambiar de mí es dejar de cuestionar tanto e ir directo a la aventura.

Al salir del edificio, noto que la pequeña capa de bruma que veía desde la ventana es garúa matutina. ¿Quién me diría a mí hace un año que estaría aquí, yo que decía: «No pienso volver a vivir en una ciudad fría»? Y aquí estoy, super feliz de haberlo hecho.

Efectivamente, como nos dijo el guardia, a tan solo una cuadra hay un lugar que es una mezcla entre panadería y restaurante. Son pocas mesas, pero tienen carta y todo. Quienes atienden son muy cercanos y desbordan esa característica amabilidad colombiana.

Veo el menú y me enamoro aún más de Colombia, porque me siento en casa. El menú incluye sopas como el caldito de costilla y la changua, tiene recalentado (se me quiere salir una lagrimita), tamal boyacense, arepas, pan de bono y, por supuesto, todo tipo de panes. Si deseas, también tienen los tradicionales desayunos de pan, leche y huevos. Yo voy por un tamal y mi compañero por una changua, acompañados de sendos vasos de jugo. Y, por supuesto, lo que no puede faltar en ninguna panadería de barrio es el delicioso café colombiano. Bueno, yo me tomo un té, no tomo café, pero me he hecho la promesa de empezar a entrenarme, pues no puedo decir que estuve en Colombia y no probé su café. Al final, para quitarnos las ganas, pedimos unos panes de bono, que son una delicia.

Apoteósico es la palabra que describe bien el desayuno colombiano. Igual que en mi Ecuador, eso de desayunar solo panecito con leche nos deja un vacío en el estómago. Así que solo puedo decir ¡amo desayunar en Colombia!

Luego de nuestro delicioso desayuno, vamos a callejear. Caminamos entre la calle 24 y la 19 y entre las carreras 7 y 10, y nos sorprende ver la cantidad de panaderías de barrio que hay por ese sector. Un mes después de nuestra llegada a Bogotá, nos enteramos de que Las Nieves, que es como se llama el barrio, es el barrio de las panaderías por excelencia. Ese punto de encuentro de trabajadores que por la mañana van rumbo a su trabajo y hacen la parada de rigor en las panaderías de barrio. Están los madrugadores que se sientan y toman un buen desayuno, están los más atrasados que pasan comprando el café y alguna delicia para acompañarlo en el camino y luego está el grupo que trabaja en la zona, que llega al trabajo y sale en grupos de compañeros de trabajo a desayunar.

Las panaderías de barrio son una tradición, según me han dicho, de todo Colombia. En el censo de 2012 de Bogotá se estableció que hay una panadería por cada 1.316 habitantes; en una ciudad de más de siete millones de habitantes, pues es bastante, lo cual explica por qué es tan sencillo encontrarte una en el camino.

Si vienes a Bogotá, no puedes dejar de desayunar en una panadería de barrio. Pregunta en tu hotel, seguro hay una cerca, y créeme, lo vas a disfrutar en todos los sentidos.

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Hola, Soy Món Mont

Soy una mujer de la generación X, con un empleo característico de los millennials y un estilo de vida que refleja el espíritu centennial. Soy una viajera apasionada, nómada digital, Bodypositive y Booklover.

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